A orillas de la melancolía

 


*Por Artigas Osores

No necesito un dos de noviembre para visitar a los muertos que amo.
Ellos vienen a mi en otras fechas... en otras estaciones, en las horas más imprevistas y sin motivos ninguno.
Entran a mi alma sin golpear la puerta, porque esa es la casa donde abrigo sus memorias
No le llevo flores ni lagrimas a sus tumbas.
Son ellos los que vienen a mí y me traen los recuerdos más hermosos.
Momentos inolvidables de anécdotas y risas, que mi corazón guarda como un apreciado tesoro.
No necesito un almanaque que recuerde a mis muertos.
A veces cuando se entretienen en el camino del tiempo, yo los invoco para recordarles que siempre seguirán vivos dentro de mi pecho.
Yo sigo el mismo sendero que un día ellos me acompañaron.
Y aunque físicamente ya no estén, no tengan dudas de que me siguen acompañando.
La simple hoja del almanaque es muy poca cosa para señalar con su dedo índice, lo que mi alma siente.
Por eso está noche vine a las orillas de las melancolías para reunirlos conmigo.
Para agradecer a mis muertos, los caminos de la vida compartidos.
Porque el amor que les guardo no cabe en las simples hojas amarillas del almanaque.
Gracias queridos padres, hermanos y amigos por acompañarme en el camino.
Porque nada de lo que hoy soy hubiese sido posible sin ustedes, siendo parte del camino.
A orillas de la melancolía, a cada uno de ellos mi alma los guarda con celoso cariño...

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